Juan Varela publicaba hace unas semanas un texto de lectura imprescindible: “La reinvención de los diarios” [aquí, en wiki]. El post no contiene ni sorpresas y teorías nuevas, porque el mismo Varela ha escrito sobre el tema muchas veces. Pero es un resumen in-te-re-san-te del estado de la cuestión. O, mejor que resumen, un diagnóstico. El enfermo es el mundo del periodismo impreso, claro. Y la enfermedad es una combinación de internet (concepto que resume gran parte de los problemas/oportunidades), bajón económico, apatía lectora y parálisis editorial.

El tema daría como para un libro. Vaale, ya ha dado para muchos libros. Y por muy mal que pinte el panorama para los medios de comunicación, nadie puede decir que, en lo que al acceso a la información se refiere, estuviéramos mejor en tiempos pretéritos.

Sin embargo, hay uno de todos estos cambios con el que me deprimo un poco. En palabras de Varela:

“El producto ya no es el paquete. Lo importante es el elemento, la pieza informativa concreta. En internet se desligan los contenidos del contenedor con la distribución viral de la información y sus elementos por multitud de páginas gracias al acceso por buscadores, al incrustado de elementos de los medios en otras webs (profesionales o privadas, informativas o de otra índole) y al acceso bit a bit a la información. […]

Ya no cabe pensar la vieja máxima de The New York Times (All the news that´s fit to print) ni los responsables de los diarios deben responder a la vieja pregunta de cómo conseguir un retrato preciso de la realidad cotidiana en una exacta cantidad de páginas.

El diario ya no es el relato informativo de un día. Ahora ese relato lo construye el público a partir de un consumo propuesto por los medios.”

He aquí una de las grandes ventajas de la red, si lo he entendido bien: ya no hay que ajustarse a una periodicidad concreta (diaria, semanal, semestral…), a una cabecera concreta, a un formato o un número de páginas limitados. La red es líquida, y la información se distribuye y se acomoda como un fluido.

Pero… esa gran ventaja de la información en internet trae consigo una gran pérdida.

La información, a través de la red, se distribuye y se fragmenta, y somos los usuarios –nosotros, los lectores– quienes asumimos la labor de selección realizada hasta ahora desde las cavernas insalubres donde moran los periodistas. Es decir, recibimos una avalancha de noticias y tenemos que seleccionar, entre todas las fuentes, entre todas las novedades, entre todas las noticias actualizadas, y re-actualizadas y vueltas a actualizar.

A mí, tanta inmediatez me produce vértigo. Y un poco de pereza.

Me gusta el periódico como “relato informativo de un día”. Soy un romántico, o un perezoso, o será que prefiero que los periodistas cumplan con su trabajo, y en ese trabajo incluyo seleccionar una cantidad de noticias determinada, y servírmela. Me alegro por las enormes posibilidades 3.0 de que cada cual acceda a la información que le interesa, y a través de la fuente que considere más fiable, o que le resulte más simpática. Pero en el nuevo panorama de unidades informativas (antes conocidas como noticias) que se distribuyen de manera viral uno corre un riesgo demasiado grande de acabar perdido, desnortado.

En primera persona: encuentro que una de las pocas ventajas que les van quedando a los periódicos y revistas de papel es, precisamente, que tienen un principio, un final, y un montón de límites de espacio y formato. Eso fuerza un ajustado proceso de selección (decidir cuales son las news that’s fit to print), la creación de un relato articulado como un todo,  una jerarquía particular en cada medio, y una edición mucho mayor de los contenidos.

Ese trabajo de selección previo, más el avance en horizontal impuesto por el formato página-tras-página, ahorra la sensación de vértigo y caos que me producen la mayor parte de los medios de comunicación en la red, en los que no advierto un ritmo adaptado a mi propio ritmo del lector. Tampoco encuentro un punto final, una contraportada que me indique que ya he tenido ante mis ojos toda la información necesaria (por hoy).

Venga o no a través del papel y la tinta, y aunque aunque sea para complementar el panorama web de una información fragmentada, ese relato intencionadamente unificado sigue teniendo vigencia. La información líquida, acaso por mi propia torpeza, se me escurre entre las manos.

[Otro apunte sobre el futuro de los periódicos: Jeff Jarvis, “Google as the new pressroom“]

[Vía Mr. Sama, “Zapatero a tus zapatos, o ¿cual es el negocio de los periódicos?“]