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El estado de la cuestión:

1. Ikea ha usado durante décadas una versión de la Futura –venerada tipografía bauhaus-style diseñada por Paul Renner– que se ha convertido en parte de su imagen de marca tanto como los nombres con más de diecisiete consonantes con que bautizan a sus muebles.

2. Para el catálogo de 2010, del que se dice es el impreso con más ejemplares después de la biblia, han decidido entregarse a otra fuente: la Verdana.

3. La Verdana fue diseñada por un tipógrafo magnífico que se llama Matthew Carter.

4. Pero Verdana es una tipografía creada para usar en pantalla, no en papel, y por eso es deliberadamente sencilla, regular, incluso burda.

5. Además, es una fuente que se incluye de serie en, digamos, el 100% de los ordenadores que se han vendido en el mundo más o menos desde que Windows abrió las ventanas. Lo que facilita su empleo allende los mares y en la web, y disminuye costes (que es, básicamente, lo que han aducido desde Ikea para explicar el cambio). Pero la convierte en una fuente impersonal, vulgar.

6. Los diseñadores –los abonados a los muebles baratos y los fanáticos de los muebles de a 100 el clavo– se han alzado en armas contra lo que se considera a) una elección tipográfica errónea y cutre, b) una elección fundamentada sólo en supuestos ahorros logísticos y económicos, que no es poco, pero que resulta contradictorio en una empresa que vende diseño.

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Ya he leído sobre el asunto en Soitu [«El resbalón tipográfico de Ikea»], Time [«The font war»], Fast Company [«Six Fonts That Piss People Off»] y The Guardian [«Verdana: Ikea’s flat pack font»], que publica un bonito análisis sobre el asunto.

[Aquí va un fragmento traducido con mi estilo un poco chapuza]

«Verdana es ahora la elección tipográfica por defecto para muchos que están agradecidos a la libertad que les proporcionan sus ordenadores, pero no tienen tiempo para considerar qué apariencia tiene su trabajo. Que es precisamente por lo que aquellos que si se preocupan por la apariencia de las cosas están tan contrariados. Ikea parece haber elegido Verana por defecto o, al menos, por economía. Una portavoz de Ikea, Monika Gocic, ha dicho que la selección se basa en que Verdana «es más eficiente y ahorra costes». Es una manera de decir: «La usamos porque la usa todo el mundo».

¿Debemos preocuparnos de estas cosas tanto como los diseñadores? Creo que sí, y no sólo porque me consta que los tipógrafos son gente sabia. Si todo se pareciera a una primera página del Times de 1950, entonces también podríamos todavía estar viviendo en blanco y negro. Y, aparte del riesgo de la homogeneidad, está la emoción. Bien empleado, el diseño tipográfico define estados de ánimo, y qué pensamos de todo lo que vemos a nuestro alrededor. Puede hacernos pensar en serio o frívolamente, y puede guiarnos sin esfuerzo, o puede entretenernos visceralmente.»

Total, que hoy me he ido a Ikea, y he echado un ojo al catálogo. Y, como ya he leído por ahí, va a resultar que una fuente incorrecta usada con habilidad, cuando menos, cumple. Es un poco triste, en realidad, que lo haga; pero funciona.

Aunque resulta patético que Ikea no se haya tomado la molestia de diseñar una fuente propia, con sus versiones para web y para papel, para cartelería y para etiquetas… Me consuela pensar que lo que se ahorren hará más barata mi próxima estantería Billy.