Ayer pasé de modesto gurú del diseño (hay ironía en el título, claro) a víctima pública de la propiedad intelectual (en na de tiempo).

Resumiendo, para despistados: unos abogados en nombre de Grupo Zeta me pidieron que retirara material de sus revistas de este blog; les notifiqué que el material había sido publicado con autorización, y que no pensaba borrarlo; se pusieron en contacto con mi servidor (Hostony, por cierto, sirva esto de publi negativa) y reportaron un «abuse»; mi servidor me bloqueó la cuenta sin siquiera notificármelo (Hostony, ¿lo he mencionado ya?); borré el material en cuestión del blog, por aquello de que activaran mi cuenta otra vez y a la espera de asesorarme; publiqué un post de desahogo en el que contaba toda esta historia; las reacciones de apoyo y «ánimo muchacho» han sido, para mi sorpresa, numerosas y vehementes.

Yo había enfocado el tema como una mezcla de la acción torpe de unos abogados sin criterio, la miopía de Grupo Zeta y la falta de sensibilidad de mi servidor. Al final, ha resultado que los «abogados sin criterio» son unos tiburones del Derecho de la Propiedad Intelectual, que están inmersos en una campaña masiva de mails amenazadores que buscan borrar de la red cualquier rastro no controlado de Cuore e Interviú. Mi caso, por tanto, es uno más entre otros muchos.

Para hacer más divertida la cosa, son los mismos abogados que representaron a Ramoncín en trances parecidos. Es meter la palabra «Ramoncín» en todo esto y, uff, el nivel de morbo se dispara.

Este es un blog sin mayores pretensiones, y yo me tomo las cosas con humor. Todo este problema entre que me da risa, entre que me parece un incordio coñazo. Me apena por la gente que trabaja en Cuore e Interviú, cuyas revistas se han metido en un marrón impopular sin comerlo ni beberlo.

Pero, a lo que iba: ayer hubo cientos de visitas al esta página, decenas de comentarios aquí y en Facebook, tuiteos y retuiteos a cascoporro. Todo lleno de palabras de ánimo y consejos. Más majos y majas, todos vosotros… Aunque, puesto a vivir mis cinco minutos de fama internetera, hubiera preferido un motivo más feliz. En cualquier caso, ¡gracias!

Cuando sepa en qué terreno legal me desenvuelvo, más.