Leer El País cada domingo me produce sensaciones estupendas. En las páginas de información se suceden largos reportajes, analíticos, de los que priman la explicación sobre el relato. Si el periodismo inmediato se va a quedar para los medios inmediatos (internet, radio, televisión), El País ofrece un producto de interés a largo plazo por el que merece la pena pagar y, sobre todo, al que merece la pena dedicar un tiempo largo de lectura. Para decirlo en plan pedante: El País del domingo da cumplida respuesta al aforismo «Felix qui potuit rerum cognoscere causas».
Pero, claro, esas excelencias periodísticas, por contraste, ponen en evidencia lo que para mí son otras pifias del diario de Miguel Yuste y que, esta semana, me han llamado mucho la atención.
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La primera. La sección Tendencias viene prestando una inédita atención al mundo del diseño gráfico que se agradece, y mucho. Pero lo hace un tanto superficialmente, cayendo muchas veces en lo que parece «periodismo-de-nota-de-prensa». El sábado apareció la noticia [«De lo volátil a lo permanente»] del lanzamiento de la revista Étapes (que se merece un post aparte, aunque sea con retraso).
Podría haber sido un reportaje sobre por qué se lanza esa revista, por qué parece que hay cada vez más mercado para esas publicaciones, qué hay delante y qué hay detrás del mundo editorial en el diseño gráfico, quiénes son sus protagonistas, cuáles son las principales revistas de diseño editadas en España y, sobre todo, ¿merece la pena comprarlas o no?
Se quedó en un perfil acelerado de Álex Trochut y un resumen insípido de sus contenidos. Ah, y una lista de cuatro publicaciones diseñiles seleccionadas con no sé qué criterio, pero que sabe a nada. [«Revista de revistas«]
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La segunda. Cuando rediseñaron El País, se transmitió la idea de que no se había optado por una remaqueta más radical porque los lectores (y redactores) del periódico no estaban por la labor de lanzarse a modernidades y transgresiones. Un diseño sobrio, aburrido, como símbolo de la solvencia y la excelencia periodística. Una opción que me resulta cobarde y errónea, pero allá ellos.
Por eso me… bueno, casi que me escandaliza que se les hayan colado, en un texto, dos @ de las de «esta palabra es de género másculino y femenino a la vez». Es un recurso gramaticalmente chungo, que debería estar proscrito (salvo que la RAE diga lo contrario, acaso en un ataque de euforia etílica) de cualquier publicación medianamente seria. Puede ser un recurso reivindicativo y útil en según qué contexto, vale. Pero que el periódico que vetó cualquier innovación gráfica caiga en semejantes innovaciones lingüísticas me resulta tristemente incoherente.
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La tercera. El periódico ha renovado (y potenciado) su suplemento semanal Negocios. Son 128 páginas en papel salmón, llenas de información y ofertas de trabajo.
Un esfuerzo periodístico enorme. Un trabajo de diseño insulso que se describe a sí mismo en el recurso gráfico que unifica sus páginas: ¿soy yo o lo de aumentar el cuerpo de la primera letra de las palabras resulta anticuado, fácil, feo? Por otro lado, el ritmo de maqueta, en las páginas, es inexistente. Todo se sucede en una monotonía rosada y muerta.
En fin: como siempre, esperaba más.
[Sobre el nuevo suplemento: Lolacomomola, «El País estrena nuevo Negocios»]
[Y una antes/después en Maquetadores, «Seis meses después llega Negocios«]
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En la línea de lo de la arrebatamiento por la arroba, hace dos o tres semanas, en El País Domingo, en el reportaje de portada sobre la secta Texana de los hijos de Sión, se sacaron de la chistera otro recursito la mar de bobalicón: todas las palabras con la sílaba «sión» de ese texto remitían al nombre de la secta. O sea, se escribía «impreSión», «confuSión», «apaSiónante» y así. En todo el texto. Parceía como si hubiese sido una broma del corresponsal que le hubiese hecho gracia a alguien pensando que así iban a hacer el periódico más chachi y mucho más piruli.
En fin… Ocurrencias sin demasiado criterio.
Lo de las arrobas me está feísimo en cualquier contexto. Pero lo de agrandar la primera letra de las palabras me parece terrible. Quizás funcionara si entonces se hiciera algo por balancear el color de la palabra (letras pequeñas más pesadas, o letra grande más liviana), pero así como está me parece un tanto como de novato descuidado.
Aún peor es utilizar la Arroba en titulares de noticias, como también ha hecho este diario en los últimos meses. Claro que muchos de ellos parecen un slogan y no un titular descriptivo. Con la @ se les ha ido la pinza. Y con ‘Tendencias’ también. Se nota que es una sección metida con calzador, que no casa de ninguna manera con el resto del diario.
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