Lo ha dicho Arthur Sulzberger, hace poco [en traducción personal, así están las cosas]:
“El ciclo informativo del siglo XXI, con sus problemas y tribulaciones, parece incluso más apremiante por cómo accedemos a él. Es razonable preguntarse si necesitamos todas esas noticias y toda esa información. ¿Quiero todas esas noticias e información? ¿Puedo tolerar esa cantidad de noticias e información? […] Ahora que todos estamos en el modo se-acerca-el-fin-del-mundo, deberíamos hacer un esfuerzo para rechazar ese lenguaje de “apocalipsis ahora, mañana y para siempre”. El contenido de calidad importa, y las voces dignas de confianza importan más que nunca”.
[La noticia completa: aquí]
[Vía Mr. Sama]
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Ahí está la clave de los diarios y las revistas: ser verdaderamente editores de información. Como un maestro mío de la universidad decía casi cada clase: «antes el más inteligente era el que más información poseía, ahora es aquel que sabe qué uso darle».
Demasiadas notas, muchos nombres, infinidad de datos. Los periódicos regresarán a ser más relevantes cuando entiendan que no pueden ser internet, y que deben ser fieles a su medio, evolucionar sí, pero no convertirse en otro que no son. Ser mejores narradores de historias; si en internet vemos 300 fotos, el diario reproduce una LA foto, aquella que cuenta un discurso en un solo disparo; pensar que no cambia cada segundo, que es imborrable y queda para siempre, que se puede regresar a la información (qué nos gusta atesorar).
Creo que los medios impresos deben ver hacia afuera pero sin olvidarse de lo que son y de sus cualidades propias, por qué nacieron. El problema es que muchos de ellos también creen el discurso de que ya no son relevantes.