Los diarios de calidad del Reino Unido de su Majestad tienen un talento especial para titular sus portadas. No se limitan a enunciar una noticia que, por otro lado, el lector ya conoce. Tampoco caen en el bramido sensacionalista. Por el contrario,  independientemente del cuerpo de letra utilizado, los mejores diarios british saben buscar las vueltas al hecho noticioso para interpretarlo contundentemente, pero con palabras casi nunca exentas de sentido del humor. Británico, por supuesto.

Una de mis preferidas ésta de The Guardian.

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The Daily Telegraph está provocando un terremoto político allá en el Parlamento con su exclusiva sobre el desmadre con que los diputados británicos han accedido a dietas y dineros públicos para pagar sus gastos. También está provocando mucho runrún entre los que se dedican a analizar el fin de la prensa: las exclusivas del Telegraph le han proporcionado un subidón de ventas y un subidón de autoestima, y éste último se ha contagiado a todos los gurús de la prensa en plan «lo veis, chicos, todavía pintamos algo en el mundo».

El caso es que ayer dimitió el Speaker de la Cámara de los Comunes, el primero que lo hace en 300 años, y ésta es la portada dedicada por el Telegraph a quien es la primera gran, gran víctima de sus denuncias.

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