Hoy ha sido mi último día como jefe de diseño de Público, el periódico-que-ya-no-me-da-de-comer. Tres años de diséñame-esta-noticia que han resultado 100% intensos, agotadores a veces y divertidos casi siempre.

Ahora, con el poquito de distancia que da marcharse, les confieso que estoy orgulloso de lo que hemos hecho, y de haber podido compartir moqueta con el mejor departamento de diseño e infografía que uno pueda imaginar.

Como las despedidas justifican los elogios, me permitirán decir que lo que he aprendido gracias a Fernando Carballo (el director de arte, que me abrió la puerta de entrada), a Álvaro Valiño (jefe de infografía), a los maquetadores e infografistas, y a toda la redacción, no cabe en una enciclopedia.

Público es un diario pequeño (de momento) pero que hace cosas muy grandes. La viva muestra de que tener medios limitados no impide alcanzar un nivel de calidad gráfica envidiable. También lo hubiera alcanzado sin mi participación, conste, pero el caso es que me ha encantado formar parte, durante estos años, de la aventura periodística y diseñil de la calle Caleruega 104.

Gracias.

[Ah, y lo que se dice en estas ocasiones: emprendo ahora nuevos, glamourosos y apasionantes retos profesionales. Ya les contaré.]