La aventura de resucitar a una revista prácticamente zombie es azarosa, pero no creo que haya en España muchas cabeceras con un pedigrí comparable al de Cambio 16, o publicaciones cuya importancia histórica las hagan tan merecedoras de una nueva oportunidad.
Cambio (el 16 hacía referencia al número de socios fundadores, y se incluyó en la cabecera para hacer más digerible la palabra «cambio» a las autoridades franquistas) nació en 1971 y fue, entre secuestros preventivos y portadas polémicas, en el semanario más importante de la llegada a la democracia. Sustituyó a revistas que, como Triunfo, no sobrevivieron a la Transición.
Después de un lento y laaaaargo declinar, Cambio 16 llevaba ya muchos años sobreviviendo a duras penas sin apenas distribución ni presencia. Pero sobrevivía. Y ahora la empresa venezolana EIG se ha hecho con la propiedad, para relanzarla como como un mensual de actualidad 360º que rompe con el contenido anterior, más político, y que renueva totalmente su identidad y diseño. El nuevo lema es «De la Información al Análisis y del Análisis a la Inteligencia». Ahí es nada.
La nueva imagen, coordinada por la consultora Innovation, es obra de Antonio Marín Hervás. Gráficamente, apuesta por un estilo elegante, refinado, distante de la urgencia que se asocia a los semanarios de actualidad. La idea es una revista reflexiva, de tiro largo y contexto. En el menú tipográfico, dos letras de la fundición portuguesa DS Type: la extremadamente versátil Prumo (que abarca sin problemas los extremos delicado y enérgico) y Sólido, una letra de palo algo condensada, con infinidad de pesos y medidas. Con ellas se elaboran todas las páginas.
Como ven en los ejemplos de abajo, hay una apuesta muy interesante por la ilustración (con Javier Muñoz, autor de la portada, Raúl Arias y Augusto Costhanzo) y detalles de infografía estadística. También por las grandes aperturas muy en el estilo de los suplementos semanales de los periódicos: llenas de espectáculo. A mí la revista me resulta más atractiva justo en los temas de diseño más reposado («Petroleo, ganadores y perdedores», por ejemplo), en tanto que en otras páginas me distrae algo la pirotecnia diseñil. Pero el producto resulta gráficamente muy armado, y lleno de detalles y saltos de ritmo.
¿Funcionará en el quiosco? Para atraer a los lectores a comprar un semanario devenido en mensual resulta imprescindible ofrecer una calidad extra y un producto con mucha personalidad, que aguante fresco durante bastantes días. Cambio 16 tiene una marca histórica, y parece que una energía recuperada. A ello va.
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