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Hubo un tiempo mítico, niños y niñas, en el que un suplemento (de papel, y de papel prensa) era lo más rompedor y moderniki que los universitarios españoles se podían llevar a  casa. El suplemento se llamaba El País de las Tentaciones y nació en 1993. Su éxito loco como primera gran iniciativa de la prensa española destinada a un público juvenil no pudo eternizarse, pero dejó un algo así como «añoranza de aquellos tiempos mejores».

De esa nostalgia bebe un poco el nuevo Tentaciones, lanzado la semana pasada por El País como suplemento mensual de tendencias.

Como ocurre con todo lo que ha pasado al universo de la nostalgia, es probable que el recuerdo que tenemos de El País de las Tentaciones mejore muchísimo lo que El País de las Tentaciones era en realidad. Y es a ese recuerdo intachable de una revista transgresora, divertida y sorprendente al que hace referencia la nueva revista resucitada. La verdad, y por lo menos en cuanto al diseño de sus páginas, el nuevo Tentaciones está a la altura.

Hay, como saben, una fiebre de revistas independientes azotando el mundo editorial. Pequeñas publicaciones que suplen con imaginación y descaro su falta de medios. Se está teorizando últimamente sobre que el joven adicto al píxel empieza a ver el papel como algo moderno y duradero (quién nos lo iba a decir hace un par de años), y supongo que algo de eso hay.

Una de las corrientes de diseño de esas revistas alternativas pasa por el «new ugly», un aspecto falsamente a medio terminar y fanzinero que acumula en sus páginas referencias gráficas por doquier en una carrera por el «recorta y pega» muy de estos tiempos de memes, re-gram y Pinterest. No es algo sólo de las revistas independientes: gran parte del éxito de las portadas de Bloomberg Businessweek, el gran bombazo de diseño editorial de los últimos años, reside en su habilidad para reciclar ideas del pasado y presentarlas de nuevo, con sentido de la oportunidad.

Temino el rollo: el nuevo Tentaciones es el primer suplemento del que tengo noticia que, ajeno al acabado pulido y frío acostumbrado, apuesta por la estética de las revistas independientes. Su aspecto tiene algo de apuntes fotocopiados, de carpeta llena de recortes, de acumulación espontánea e irreflexiva: una alegría trash gráficamente contagiosa. Y, qué quieren, a mí me ha gustado.

Los créditos: me dicen que el origen gráfico de proyecto está en Setanta, glorioso estudio de diseño, y que el acabado está en manos de Adrián González-Cohen (director creativo) y Laura Abad, directora de arte.

He robado tomado unas páginas de Kiosko y Más. Para su regusto y contentamiento.

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