«Yo me veo a mí misma como periodista. Pienso que el diseño editorial es una disciplina diferente: no estás vendiendo nada. Es una relación más íntima con el lector. Casi todo lo que hacemos es contar historias. Y como ocurre con la mayoría de las buenas historias, la ruta es enrevesada y contiene ideas complejas, soluciones poco convencionales y muchas capas de significados.»

Lo dice Janet Froelich, directora creativa de The New York Times Magazine, en el número de septiembre de Creative Review. Ms. Froelich lleva años y años en el magazine, y es la responsable de algunas de las mejores portadas de la historia de la edición de revistas. Me confirma que los equipos de maquetación de periódicos y revistas tienen que dejar de verse a sí mismos como artistas, y comenzar a tomarse en serio como periodistas gráficos, maquetiles o cómo quieran llamarse. Más pasión por comunicar mensajes y menos por conseguir que la página quede bonita. Más utilidad, y menos arte. O sea, que si se consigue las dos cosas, aleluya. Que si coordinan el talento artístico de ilustradores, fotógrafos y escitores, y lo disuelven en una página narrativa y maravillosa, aleluya. Pero el contenido manda.

A Juan Caño, que se jubiló hace poco de su cargo de Vicepresidente Editorial de Hachette Filipacchi en España, le escuché una vez (hace aaaños) que le gustaría eliminar el cargo «Director de Arte» y cambiarlo por «Director de Comunicación Gráfica». En aquel momento me dio penita, porque «Arte» es una palabra hermosa y «Comunicación Gráfica» es largo y arisco como un tren de mercancías.

Por decirlo en pocas palabras: ahora estoy de acuerdo con el cambio.

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