Lo que no sé si es bueno o malo.

La Vanguardia es uno de mis periódicos favoritos. Su sección de Internacional es original, documentada, estupenda. Su sección de política es siempre serena, algo de agradecer, y, gracias a firmas como la de Enric Juliana, de las mejor escritas de la prensa diaria española. Su diseño, evolución de la obra de Milton Glaser y Walter Bernard de 1989, un clásico que no había envejecido demasiado mal.

Hoy, La Vanguardia ha lanzado un nuevo diseño que –bajo la dirección de Pablo Martín [Grafica]– mantiene las bases de lo que ya había y, principalmente, sustituye las vetustas Times y Futura por las más modernas Mercury y Taz. Además, el nuevo diseño actualiza algunos recursos de diseño del periódico e introduce unas cuantas novedades maquetiles. Nada revolucionario, desde luego, pero la revolución no era el objetivo; la evolución, la evolución sí.

Pero el resultado no me gusta demasiado.

Hay tres cosas que me han desagradado mucho.

La cabecera es más o menos igual, y la distribución de los datos (web, precio, fecha, fundadores…) es más armónica. Pero el enorme sumario inferior, de azul claro, es mortecino y triste. No es sereno, elegante, perdurable, que son los valores del periódico y que supongo que era los valores objetivo del diseño. Es, simplemente, triste. Nada que ver con el animado sumario superior de The Guardian

La tipografía. La Mercury, sofisticada cuando se utiliza en revistas y que ha funcionado muy bien en periódicos como El Economista, resulta aquí demasiado agresiva. Las afiladas serifas de la Mercury me hacen echar de menos la suavidad de los remates Times, sobre todo en su versión cursiva. Por no hablar de lo mal que digiere esa tipografía el nefasto hábito vanguardil de reducir la escala horizontal de los caracteres, mantenido a lo largo de los años por el equipo de diseño gráfico del periódico. La Taz funciona mejor, modernita sin estridencias. Ya la he visto en la revista Woman, y en algún otro rediseño…

La atención a los detalles. El diseño de CincoDías engendrado por Grafica me sorprendió por el mimo con el que se habían cuidado los detalles de diseño. Éste de La Vanguardia me escandaliza por todo lo contrario. Las cabeceras de sección son insultántemente ramplonas; en lo que respecta a las columnas de opinión, gráficamente inexistentes, es como si nadie las hubiera diseñado; en la sección ‘Vivir’ (la cabecera es mona, pero queda ahogada en la página), los titulares en versales naufragan con interlineados desmesurados; los contorneos de las infografías resultan incómodos e inelegantes; el nuevo diseño de la emblemática «La Contra» es ilógico, desproporcionado, con la foto enterrada bajo el texto…

En fin… Supongo que los suplementos (Culturas, Es-) responderán más a la calidad que se espera de semejante estudio, semejante periódico. Y algunas cosas se salen de la media, como las breves ‘Panorama’, las infografías o la nueva sección ‘Tendencias’, que enfoca el área de sociedad en futuro, en positivo. En realidad, es en las páginas más discretas donde el diseño funciona mejor: las páginas de información pura y dura son sólidas, funcionales, convincentes.

Pero el resultado global es decepcionante. Seguiré leyendo La Vanguardia con placer, pero la hojearé decepcionado.

[Salvedades: he analizado la edición nacional del periódico, que no tiene las páginas salmón centrales. Y lamento la poca calidad de las fotos: ¡me robaron la cámara en Rumanía, y mi móvil no da para más!]

[Más: What’s Next: The New La Vanguardia]