Las agonías son siempre demasiado largas. La de Público, el diario-que-me-dio-de-comer durante tres años ha terminado ya después de un año de incertidumbre y unos meses de caos. Queda la web, dicen. Lamentablemente, y salvo que reciba muchos refuerzos, es como consolarse colocando en una estantería las cenizas del difunto. En fin.

Publicó se acabó, pero deja unas cuantas herencias interesantes. Una sección de ciencia no superada por ningún otro diario, o una información cultural diferente, por ejemplo. O una orientación ideológica que se queda huérfana en el quiosco desde ya.

También deja en herencia todo lo bueno que sus magníficos departamentos de Diseño e Infografía han sacado al quiosco durante estos años. Un periódico chiquito, pero con unos gráficos que han sido una referencia mundial, y que, con sus imperfecciones, fue elegido el mejor diseñado de España en varias ocasiones.

Me da una pena inmensa el cierre de el que ha sido mi periódico durante tanto tiempo. Es una cuestión personal, como se imaginan, y hay muchos compañeros implicados. Pero me dará más rabia si cabe saber que todo el trabajo, la creatividad y la capacidad de sorpresa derrochados para abrir nuevos caminos de periodismo gráfico se quedan en una herencia millonaria no reclamada por nadie.

Hablando de las cenizas del difunto: no dejen de visitar el fosilizado (mientras dure la suscripción) Flickr de Público.

Y un video con el que se celebró el número 1.500.