The Gentleman’s Magazine, editada en Inglaterra en el siglo XVIII, utilizó por primera vez ese término –»magazine»– para referirse a una publicación impresa. Sus contenidos eran un cacao de temas una suma de variedades unidas tan sólo por su (aparente) interés para el público.

Por poner un ejemplo: el número de mayo de 1759 incluía (entre otros) la «auténtica narrativa del caso de una dama que fue violentamente forzada de sus apartamentos por unos rufianes que tenían la intención de transportarla o asesinarla». También, el «recuento de los monumentos encontrados en Herculano», el «origen de la costumbre de incinerar a los muertos», y el discurso de los diputados daneses «en la presentación de sus credenciales al rey», así como «la influencia de la prudencia en la vida», la «dramática historia del Huérfano de China», un mapa de la guerra en Franconia (?) y «la queja de Harriot Airy en contra de los hombres». Ahí es na.

Y todo este rollo histórico tiene un pico en la actualidad, no crean.

Cuando me pongo delante de algunas de las revistas alternativas que han surgido en los últimos tiempos, tan culturetas y tan con mucha letra, me siento un poco como ante una revista del siglo XVIII: como si no tuviera las claves necesarias para interpretarlas. Desorientado por el tono un poco encerrado en sí mismo, tan literario que se vuelve críptico, me invade la sensación de que no «buscan» al lector. Se plantan desafiantes, esperando que tú te atrevas con ellas y las descifres, y viene a ser necesario un manual de instrucciones adjunto para entender quién está detrás de la revista, qué pretende, de qué va.

Entiéndanme: soy muy partidario de que las revistas se expliquen con facilidad al lector.

Habría que ver, así, qué extremo del túnel de vacío editorial llenan: el de un público supuestamente ávido de leer o el opuesto, de unos periodistas/intelectuales necesitados de escribir.

Hojeo El Estado Mental, una recién llegada, o Jot Down, una (casi) veterana, y no tengo claro por dónde empezar: acumulan en sus páginas  temas sin solución de continuidad, sin secciones definidas. Su estructura resulta ser algo líquida, y echo a faltar su columna vertebral, un ritmo. Soy muy de la teoría de que cada revista es una historia; busco una presentación, un nudo, un desenlace…

No pongo en discusión la calidad de los textos. El segundo número de El Estado Mental tiene, por poner sólo dos ejemplos, un impagable intercambio de correspondencia entre Bill Keller (ex director de The New York Times) y Glenn Greenwald (periodista que destapó el Caso Snowden) sobre el periodismo militante y el periodismo del poder. También un recomendable reportaje de Juan Soto Ivars sobre el pueblo de Yecla… Sólo esos dos asuntos ya justifican la compra, ahí lo dejo.

Pero (siempre los «peros»), y como en The Gentleman’s Magazine, la mayor parte de los contenidos carece por completo de «percha», de vínculo con el aquí y el ahora. Puede publicarse hoy, o dentro de un año.

El caso es que también los puedes leer hoy o dentro de un año.

¿Y qué necesidad tengo yo de leer ahora algo que puedo leer dentro de un año?

En fin: me gusta pensar que entre todas estas nuevas revistas encontraremos algo así como el The New Yorker hispano: literatura, profundidad, humor y una guía para comprender el mundo que nos rodea. Las partes profunda y literaria las tienen. El humor, a veces. Pero para comprender el mundo necesitan algo más de brío, un chute de (lo digo con todas las cautelas) periodismo.

La Luna de Madrid fue, junto con Madrid Me Mata (diseñada por Óscar Mariné), la revista «oficial» de la Movida Madrileña de los años ochenta. Como de la Movida se ha escrito tanto, no les voy a hablar de «efervescencia cultural y creativa» ni nada de eso: ya lo saben todo de cuando nacieron Almodóvar, Paloma Chamorro, Alaska, Carlos Berlanga y demás.

El caso es que hace un par de semanas, en la Feria del Libro Antiguo del Paseo de Recoletos, me agencié (previo pago) el número inaugural de La Luna. Como de estas cosas de arqueología del diseño gráfico español no es fácil encontrar ejemplos, ahí les dejo la revista entera. [Sobre la historia del diseño patrio, el blog de Emilio Gil Pioneros Gráficos es un imprescindible.]

Los ochenta fueron un exceso en todo, y los filetes curvos o las tipografías descoyuntadas fueron al diseño gráfico lo que los cardados y las hombreras desproporcionadas eran a la moda. Aunque se nota la falta de medios (qué fácil es diseñar con el InDesign, ¿verdad?), hay una alegría gráfica en estas páginas que se agradece.

Nombres que aparecen en esta revista: Almodóvar, Rodrigo, Mariscal, Terenci Moix, Leopoldo María Panero, Jesús del Pozo, Moncho Alpuente, Juan Carlos de Laiglesia, Pablo Pérez-Mínguez, Eduardo Haro Ibars, Fernando Vicente… El diseño es de José Luis Tirado, y la dirección editorial de Borja Casani (que ahora anda detrás de El Estado Mental).

Que les guste.

[Por cierto: faltan dos páginas pero, en fin, es lo que tienen las cosas de rastrillo…]

Una cita de Sidney Smith, compuesta en Carmen Display.

Los dicharacheros Plómez me propusieron dar un taller de diseño de revistas y no supe resistirme. Así nació «Aprenda a construir su propia revista impresa«, un taller alrededor de la prensa que pretende ser una introducción (a veces básica, a veces avanzada) a algunas de las peculiaridades del género.

Hay una moda de publicaciones alternativas, una especie de primavera editorial en la que pequeñas empresas (unipersonales, a veces) están llevando a lo impreso originalidad y diseño. Como dice la presentación del taller, pretendo «resumir las claves más básicas del diseño de las revistas, los rasgos que definen su personalidad». También hacer un repaso por algunas de las propuestas más llamativas del panorama actual de las revistas. Todo, a base de análisis de casos de éxito y ejemplos prácticos.

Total: si sois diseñadores interesados en el mundo editorial, redactores animados a lanzar revistas o gente maja en general, estas 12 horas os pueden interesar.

Fechas: 26 y 27 de abril, sábado y domingo.

Toda la información, aquí.

No he podido evitar que mi cuenta de Instagram acabe rendida a las cosas viejunas que generaciones de Aresos aquejados por síndrome de Diógenes han ido acumulando en almacenes polvorientos.

Pero también hay hueco para lo gráfico. Aquí van algunas de las cosas diseñísticas que he instagrameado últimamente.

-> Sandwich Mixto, el puesto del mercado de Antón Martín, en Madrid, que lo mismo te vende un bocadillo que un selecto fanzine o una lámina de obra gráfica, ha lanzado su tienda de revistas internetera. Todo Made in Spain. Aquí.

-> #Typewars es una ideaca de mglab: cada semana van a elegir un ejemplo de mal uso del diseño y la tipografía… ¡y van a proponer soluciones alternativas y mejoradas! Puede ser muy divertido (e instructivo). Su web y en Facebook.

-> Leila Vignelli es pareja (y colega) de Massimo Vignelli, que viene a ser uno de los mitos del diseño gráfico mundial. El libro «Designed by Leila», que se puede descargar aquí, es un homenaje a su trabajo.

-> Un experimento sorprendente: ¿qué noticias elegirían los lectores si pudieran hacer la primera página de los periódicos? Este experimento compara la portada impresa de una decena de periódicos con la que se hubiera impreso de atender las noticias más leídas en sus webs.

-> Ya lo habrán visto, pero no deja de ser impresionante. La organización Catapult «celebró» el día de la mujer con tres portadas de revista que no pueden ustedes dejar de mirar. Una denuncia de la falta de derechos de la mujer hecha con talento e ingenio. Aquí.

-> A hombros de gigantes: con mucha frecuencia, la fotografía de moda busca inspiración en… fotografía de moda. Un catálogo de homenajes y coincidencias. Aquí.

-> Cinco revistas originales y recomendables: «Five Global Print Magazines For Your Coffee Table». Aquí.

En 1976, en plena transición, el rey de España «filtró» a la revista Newsweek unas declaraciones despectivas sobre su presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, que acabaron provocando la dimisión de éste. Don Juan Carlos se sirvió de la que entonces era una publicación de prestigio para «empujar» a su presidente (y propiciar un cambio a la democracia). Valga como muestra de la gloria pasada de la revista.

Después de un declinar de muchos años [que ya quintatinteé aquí], por fin llegaba a los quioscos la nueva encarnación impresa de Newsweek. Y tengo sensaciones contrapuestas.

Entre los hallazgos: los editores han apostado por una revista de calidad (papel bueno, portada gruesa, lomo en lugar de grapa) y un diseño elegante. A los mandos gráficos están Priest + Grace, un estudio de campanillas, que ha llenado las páginas de pequeños detalles de buen diseño, filetes, iconos, tipografía trabajada…

El resultado, sin embargo, se queda corto: los recursos de maqueta están fantásticamente construidos, pero se repiten los mismos esquemas a lo largo de toda la publicación. Da la sensación de que es un proyecto diseñado sin demasiado tiempo o presupuesto. La sección final (una cita tomada del reportaje principal, construida con letras grandotas) resulta espectacular, pero no oculta que, en realidad, no hay un contenido nuevo y original para cerrar.

Y otra: tengo últimamente la obsesión de que las revistas tienen que dar la sensación al lector de «teníamos mucho más que contar, pero no nos cabe; esto es lo mejor de lo mejor de lo mejor». Que no hay temas hinchados, espacios blancos innecesarios. The New Yorker o The Economist son fantásticos en ese aspecto: no tienen sitio para nada más, y da la sensación de que cada euro que has pagado por ellas está justificado.

Con el nuevo Newsweek –y, no crean, he leído algunos temas y no están mal– me da la sensación de que en realidad bien pudieran haber metido lo mismo en muchas menos páginas. Que no vale su peso en euros.

Unos detalles:

Una cita del fallecido Gerard Mortier, compuesta en Bodoni Compressed.

[La fuente, al final de este texto del Times.]

«Menos revistas impresas, pero mejores.
Menos dependencia en el editor mainstream / los ingresos por publicidad / venta en quiosco. Más editoriales pequeñas basadas en las suscripciones y los nichos de mercado. Menos semanarios, más mensuales, semestrales, anuales. Mejores medios de producción y formatos variados. Una mejor integración con los productos digitales.»

Simon Esterson es uno de los diseñadores editoriales más destacados de Reino Unido. Edita (y diseña) Eye, una biblia del diseñismo. El blog Magculture le ha hecho una bonita entrevista, y la frase reproducida arriba responde a la pregunta «¿Cómo ves el futuro de las revistas?». Me ha parecido todo tan concreto y acertado que no he podido resistirme a compartirlo.

Es decir: según la SND, el mejor diseño periodístico tiene lugar en redacciones que no están sometidas a la presión del cierre diario, y que cuentan con varios días de reflexión y trabajo a la hora de preparar sus páginas.

Los diarios Dagens Nyheter (Suecia), The Guardian (Reino Unido) y los semanarios The Grid (Canada), Die Zeit y Welt am Sonntag (Alemania) han sido seleccionados «World Best Designed Newspapers» por la SND.

Estas son primeras / portadas de estos días.

Es difícil argumentar nada en contra de esta selección: los cinco medios deslumbran. Todos afinan sus herramientas de diseño al límite, y sólo The Grid, que es más un semanario de servicio que una «bestia informativa» entregada al texto (como las otras publicaciones), se sale un poco del tiesto.

En fin: salvo The Guardian, que sustituye a Politiken, la selección es idéntica a la de 2012. Así que puedo permitirme copiar y pegar lo que escribí hace doce meses. A lo loco.

«Lo primero es que el diseño de estas cinco publicaciones destaca por un inmenso un amor por el detalle. También por una contínua y desprejuiciada búsqueda de nuevas formas de ofrecer el contenido y llamar la atención del lector. Son ciertamente magníficas.

Lo segundo, que España se está esfumando del mapa (“con lo que hemos sido”, podríamos decir). Supongo que vivimos una etapa de miedo editorial, y ninguno de los grandes diarios de por aquí está por experimentar demasiado por el diseño. Ellos se lo pierden. Por otro lado, uno de los diarios premiados luce maqueta creada desde Pamplona por Javier Errea…

Y lo tercero: me turba un poco que periódicos y semanarios compitan por los mismos premios. Porque digamos que hay más oportunidades de reflexión y lucimiento cuando se tienen siete días por delante, y la pirotécnica editorial (que es lo que luce mucho en este tipo de premios) sale mejor. Y porque me temo que eso de que los periódicos sean semanarios es el futuro que nos espera.»

En fin: aquí, el fallo del jurado. Y lo que éste opina de Die Zeit, The Guardian, The Grid, Welt am Sonntag y Dagens Nyheter.

Ahí abajo, la recopilación de páginas hecha por la SND.