O sea, sin forma.
Recuerdo una época más inocente y feliz en la que Moncloa convocó un concurso para establecer el logotipo «Gobierno de España». Qué tiempos aquellos…
Luego la cosa se reveló como la chapuza que había sido desde un principio, y cayó en el olvido. Que tampoco es plan ponerse a cambiar la imagen de la administración en plenas elecciones.
Pero, ¿a qué viene recordar esto? Pues a que el Gobierno ha editado un bonito Balance de Legislatura, que distribuye graciosamente a través de su web. Y ese balance… bueno, no sé… Con el contenido no me meto pero… Es feo, gráficamente chapucero de narices.

Lo mismo es que estos informes se hacen para consumo interno, lo que sería estúpido. Igual se hacen con la filosofía de «esto es sólo para los allegados y la prensa». Lo que sería anticuado. Internet hace que la distribución sea, al menos en potencia, universal. Y algo «universal» merece un tratamiento que supere la indigencia gráfica que, aunque sea tapándonos la nariz, pudiéramos perdonar a un documento «de trabajo».
En definitiva, mi recomendación a quien corresponda: querido amigo, contrate un diseñador gráfico apañao, porque la imagen de lo que usted publique acaba por ser su imagen, y su imagen acaba por ser la de su Gobierno, y etcétera…
comentarios (4)
El más popular es el libro Vaquero, un verdadero icono gráfico popular mexicano. Se venden al por mayor (es de los pocos sectores impresos en México que veo lejos… muy lejos de cerrar). En verdad, el lado salvaje del diseño, pero también hay que decir que se hacen cosas excelentes y de vanguardia que no estarían en la categoría de «lado salvaje»
saludos!
Diego es cosa mía o la foto de portada de El Pais es un montaje. Al menos lo parece en comparacion con la foto de la 4 de el mundo que es de un instante antes pero no tiene a pepinho
Ah, no es un montaje. Si te fijas en la foto de El Mundo, un trozo de la cabeza del ministro de Fomento aparece detrás de la cabeza de la ministra de Igualdad.
Mirándolo bien, casi con lupa, tienes razón. En ese caso nos encontramos ante una mentira en el pie de foto de El Mundo, que afirma que Pepinho llegó tarde cuando, en realidad, ya estaba allí.
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