Articulado es un proyecto lanzado por la Asociación de Diseñadores de la Comunitat Valenciana: un libro sobre el mundo de lo gráfico que recoge colaboraciones de sesenta expertos de acá y de allá: Milton Glaser, Michael Beirut, Andreu Balius, Enric Jardí, Javier Errea…
El libro se presentó ayer viernes, en su exclusiva edición de 2.000 ejemplares diseñados por el estudio Sanserif Creatius (que también han coordinado la cosa).
Hace un año me ofrecieron la oportunidad de participar en esta idea. Un honor, vista la compañía. Ahí abajo va mi texto, que va sobre el diseño de periódicos, el diseño de revistas, de dónde venimos y a dónde vamos… En la web de Articulado hay más información, textos, cosas… Y se podrá comprar a través de la tienda de la ADCV.
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Periódicos. Libertad de diseño.
En 2006, el diario The Bakersfield Californian lanzó un rediseño radical que transfiguró su portada en un llamativo mosaico de imágenes y titulares. El resultado es irregular, porque el éxito de un diseño depende del material con que lo construyes, y no todos los días la actualidad proporciona los mejores elementos. Las portadas del Californian, sin embargo, tienen siempre algún detalle brillante. Y cuentan, sobre todo, con una personalidad única que lo diferencia.
El rediseño de este diario puede recibir muchas objeciones. Pero nadie podrá negar a sus responsables una valentía que no todo el mundo alcanza y que se justifica con la frase, atribuida a su editor, de que es hora de “parar de recolocar las sillas de la cubierta (del Titanic)».
El mundo/prensa vive tiempos de pesimismo e histeria, en mitad del océano. Caen las ventas y flota el aroma del fin de una época. Este ambiente en el que todo parece hundirse a diferentes velocidades es propicio para que surjan oráculos, gurús y brujos de la tribu. En realidad, estamos todos tan despistados que cualquiera puede mesarse las barbas, coger un cayado y largar a los cuatro vientos su apuesta profética sobre el fin (o la transformación) de la prensa.
Aquí va la mía.
Los periódicos de tinta y papel han existido desde antiguo sometidos a dos imperativos. Por un lado, la misión de contener en su espacio limitado el mayor número de noticias posible. En realidad, los periódicos aspiraban a recoger todas las que merecieran ser impresas, según el lema famoso. Por otro, los periódicos se veían obligados someter esa misión a un sinnúmero de limitaciones técnicas y de producción. El material a publicar debía someterse a una estricta disciplina de redacción y diseño que permitiera dar salida a sus contenidos de la forma más rápida y sencilla posible.
Los periódicos de hoy pueden zafarse de esos imperativos. Lo de convertirse en un relato exhaustivo de la actualidad pierde su sentido desde que las noticias del día tienen un acceso más inmediato a través de Internet. Y la red cuenta con espacio de sobra para contener, ahora de verdad, todas las noticias que merezcan ser publicadas. Se da por descontado que los periódicos de tinta y papel orientarán sus contenidos (cuando no lo hacen ya) más a explicar la realidad que a contarla.
Las limitaciones técnicas también han encontrado desahogo en los nuevos medios de impresión y de diseño. Ya no son obligatorios los grandes formatos, la estructura forzadamente repetitiva, o la monotonía tipográfica. Los diseñadores pueden construir sus maquetas como les venga en gana.
Hemos llegado a un punto de transformación, pues, en que la misión de los redactores es más seleccionar que acumular noticias y en que son casi ilimitadas las posibilidades con que cuentan los diseñadores. El nuevo diseño de periódicos tiene que adaptarse a estas dos características.
Doy por sentado que la prensa de papel tiene los años contados. No sé cuántos, ni en qué ángulo será el declive. La cuestión es cómo evolucionará el medio para adaptarse a ese mundo cambiante, de qué manera se transformará cada diario para sobrevivir a su competencia, en qué medida aprovecharán los diarios esa nueva libertad de diseño.
Porque mi profecía se basa en esas tres palabras: libertad de diseño.
Durante años, los periódicos han primado la disciplina por encima de la creatividad. Y ahora toca recuperar el tiempo perdido. Es el momento de buscar la diferencia, de adaptar el diseño de cada página a su contenido, de buscar nuevas soluciones tipográficas y que el periódico se reinvente cada día.
No tiene sentido que los periódicos desaprovechen las nuevas posibilidades por un ansia de seriedad mal entendida. La monotonía es casi un credo que ha convertido lo que antes eran limitaciones en señas de identidad. Desde esta perspectiva, todo lo que se salga del diseño tradicional es una frivolidad que debilita el producto informativo. Es la misma escuela de diseño que prescinde de las fotos en cuatricromía por considerarlas menos serias –como si los informativos televisivos tuvieran que volver al blanco y negro para marcar la diferencia–, y que tiene fecha de caducidad.
Libertad y cambio. Es un lugar común que los diarios tienden a “arrevistarse”. Códigos de color, espacios en blanco, formatos más manejables, siluetas o páginas enteramente gráficas son técnicas de diseño (hasta ahora) propias de las revistas y que se han importado a los diarios. Sin embargo, la característica fundamental del diseño de revistas es que no tiene ataduras, y no suele tener prejuicios. La cuestión, entonces, no estriba en que los periódicos hagan un movimiento pendular y pasen de la disciplina al caos, del gris al arco iris. “Arrevistar” no significa, forzosamente, reducir los textos y llenar el periódico de florituras (que es a lo que siempre se resisten los redactores). Convertir los periódicos en revistas diarias consiste en forzar la máquina de la creatividad y buscar nuevas formas de expresión, luchar contra la inercia del “siempre lo hemos hecho así” o los prejuicios de “eso no es propio de un periódico serio”.
La portada de The Bakersfield Californian es un caso extremo de transformación, desmesurada para muchos. Pero es también un diseño valiente que se atreve a romper las convenciones gráficas de los periódicos. Un ejemplo.
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[En agosto de 2009, The Bakersfield Californian afrontó un segundo rediseño; ahora es un tabloide pequeñín de lunes a viernes, y un sábana más tradicional durante el fin de semana. Qué gran visión de futuro, la mía. Aquí, el diseñador explica el cambio. Todas las primeras páginas del periódico, en este archivo]
comentarios (1)
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